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sábado, 7 de diciembre de 2013

El de la suerte

En estas fechas prenavideñas en las que nos encontramos se habla mucho de la suerte. En el mundo de la caza también, pero normalmente se hace apelación a ella cuando esta no aparece, cuando los resultados son negativos o cuando el que estaba al lado tuyo es el agraciado...bueno pues esta vez me tocó a mí.

Que hay gente con "ombligo" no es discutible y que los hay gafados tampoco, yo ni una cosa ni otra, pero en temas de sorteos cinegéticos, seguramente estaría más cerca de lo segundo.
Hace unas semanas me había llamado Fernando para invitarme a montear a su casa a finales del pasado mes de Noviembre. Por supuesto acepté encantado y a la llegada del día en cuestión acudí con las sensaciones de los desayunos monteros...fresquito, hambre y el ánimo y la ilusión a tope.

Cuando me llamaron a sortear y me acerqué a la mesa junto a la chimenea donde reposaban todos los tarjetones con los puestos, se me pasó por la cabeza el típico pensamiento ilusionante...alguno de esos tiene premio, y como en la lotería...a alguien le tiene que tocar! En esos pensamientos estaba cuando Fernando me apremia a que coja uno mientras me dice:
 - Coge el de la suerte eh!!
Con decisión mi mano cogió el que quiso. "El 4 de la Manga". Al enseñarle el puesto a Fer lo que me dijo me gustó.
 - ¿Has traído el express? Pues llévatelo casi cargado al puesto!

Carlos era el postor de la armada así que me organicé con los coches mientras iban saliendo las armadas hasta que quedamos solos en la casa los de " la Manga". La finca es una preciosidad y nuestra armada era traviesa entre dos manchas de monte separados por una siembra de cereal en la que había mucho rastro de los cochinos a cada esquina. La cosa prometía y los comentarios de Carlos de los resultados de años anteriores hacían pensar que habría opción de que algún cochino se mostrase en nuestras posturas.
Los tres primeros puestos de la traviesa en nada se parecían al de Carlos y al mío, ya que los primeros estaban bordeando la siembra con un tiradero de película, y los nuestros se hallaban en un cortadero en pendiente que aunque había sido clareado haría difícil un tiro de un cochino a la carrera.

Siguiendo los consejos de Fernando antes de pestañear ya tenía el rifle cargado por si las moscas. Carlos me advirtió de la querencia natural de otros años y bajando a su puesto prosiguió deseándonos suerte.
El típico puesto de cortadero.
Para ir soltando los nervios alguna rutina recomendable. Lo primero cargar el rifle (está claro), lo segundo y para mi fundamental es hacerme un firme sólido, es decir, conseguir limpiar de piedras y plantas una pequeña superficie donde voy a estar de pie, nivelando el suelo si fuese necesario para estar bien aplomado y cómodo. Lo siguiente es imaginarme donde se pueden dar los lances, y ver si es necesario cortar alguna ramita o algo que a la postre pudiese molestar. Y una vez hecho todas estas cosas con el mayor de los silencios y celeridad, colocar el banquillo y a esperar acontecimientos con el oído en alerta máxima.

Aunque al sol se está de vicio, nunca falta ni el caldito ni los zahones
Tal vez llevase cinco minutos sentados disfrutando del sol en la cara cuando a lo lejos escuché los remolques de los perros soltando. Un par de tiros tempraneros disparaban las pulsaciones por encima de cien, y me hacían recordar donde estaba. Dos perrillos (por el tono del latido parecían de pequeña talla) se esmeraban con la primera ladra que aunque lejos se podía percibir que venía en nuestra dirección. Cesó el ladrido de los perros y pasados un par de minutos escuché al otro lado del cortadero varios animales que se acercaban. Adiviné a ver entre el lo espero a varios animales que me iban a salir al cortadero. Convencido de que serían corzos (que hay muchísimos en la finca) me levanté del banquillo para apuntarlos con el rifle pues había decidido tirar con alza, y para ir entrenando el encare. Mi sorpresa fue mayúscula al reconocer un guarro liderando a los animales. Venían trotando sin prisas pero sin intención de parar. El monte de chaparros y jaras me permitió ver que al menos venían cinco o seis en total, y rápidamente opté por tirar a la que lideraba la partida justo antes de salir al cortadero. Al tiro pegó una voltereta. En el instante en que "hubo confusión" y antes de salir arreando por donde venían solté el segundo pildorazo al que mejor veía. No sé lo que pasó porque casi simultáneamente estaba sacando las vainas y cogiendo del bolsillo dos nuevas balas mientras con el rabillo del ojo vigilaba al pelotón que amagaba por cruzar ahora por el lado izquierdo de la raya. Con el rifle de nuevo cargado busqué a uno entre las jaras y de nuevo tronó el rifle, mientras al cortadero saltaba un precioso ejemplar que echaba chispas con las pezuñas del poleo que llevaba. La segunda bala de la tanda se la llevó éste que acusó el tiro aunque siguió corriendo metiéndose en el monte.

Silencio.....

Cojo una gran bocanada de aire...
Dudo de si he llegado a respirar en estos 20 segundos... intento recapacitar, hacer recuento.
Bueno, al menos uno ha caído, el primero! Intento hacer memoria visual pero nada, parece que no haya sido capaz de retener nada!! jejeje Vaya locura!!!

Repasando estoy cuando delante mío veo un cochino tambaleándose dando vueltas en círculo. Apunto bien y le doy un tiro de gracia. Con las jaras no consigo ver si ha caído, pero el silencio posterior me hacen pensar que al menos ya son dos los se han quedado.

Madre mía!! Qué locura de lance!!! Las manos aún me tiemblan cuando intento sacar el teléfono para escribir a Fernando.
La tranquilidad va volviendo poco a poco y algunos tiros a lo lejos hacen que vuelva a serenarme. Estoy impresionado de cómo ha ido el lance. Ha sido la primera vez que he tirado con el rifle sin la mira (no tenía mucha confianza en tirar sin ésta) y ha sido increíble... Sin duda entiendo a la gente que dice que no es lo mismo tirar con visor o sin él.

Como decía un amigo: "la guerra"
Mediada la montería escucho varios animales que se acercan a mi postura y que terminan saliendo a la raya sigilosos...son corzos, pero cómo me ponen el corazón!!! 
Una de esas veces el animal que se aproxima al cortadero se detiene unos metros antes de salir. Aguanta la posición estático cerca de un minuto y de repente pega un bufido como un toro!!! De nuevo el corazón a mil, este no es otro corzo!! Un perro que venía siguiendo el rastro aparece en escena y estalla a correr en cuanto (supongo) divisa al cochino entre el monte. Ambos aparecen en cortadero como una exhalación apenas con algún metro de diferencia. Antes casi de apuntar el guarro está pegando volteretas en el cortadero. Se ve que dedo ha visto claro el momento de apretar el gatillo. El perro se echa encima de el con rabia y celo, mordiendo el animal que con afición ha ido persiguiendo hasta allí. Yo estoy que no me lo puedo creer...a este si que lo he fotografiado mentalmente, este si que lo he "disfrutado" 100%...
¡¡¡Qué pasada!!!
Me acerco a verlo pues a penas lo tengo a 25m, lo recojo y me lo llevo al puesto para poder disfrutarlo de cerca.

Detrás del morral se ve el "sitio" preparado para estar cómodo de pié
Cuando los perros van llegando a mi puesto escucho con alegría que el perrero grita "muerto" a sus perros para que dejen de morder a un cochino a mi espalda. Se trata del que tiré en cuarto lugar que acusó el tiro y que estaba muerto a medio centenar de metros del cortadero. Con ayuda del perrero lo sacamos al puesto. Se trata también de una hembra pero esta es de un tamaño y pelaje que bien podría pasar por un macareno. Le comento al perrero mi suerte y me ayuda a buscar al cochino que rematé con un tiro. Con los perros no tardamos en encontrarlo. Buscamos al posible segundo (al que tiré en el momento de confusión) pero no encontramos nada, así que agradeciendo su ayuda supongo fallado el segundo y por tanto cuento con tres cobrados de los cinco tirados, faltando por cobrar el primero que maté en el filo del cortadero.

Un par de ladras más me vuelven a poner en alerta pero de nuevo se trata de corzas. Se termina la montería y me acerco a por el que me faltaba. Feliz estaba arrastrándolo hacia la raya cuando casi me tropiezo con otro guarro!! Los cinco qué barbaridad!!! Pues por lo visto no se ha ido ninguno!!! Ver para creer...
Un puesto inolvidable
Carlos llega a mi puesto felicitándome por lo conseguido. "Si ya te lo había dicho!" Me repetía. Y no lo decía por decir pues hace un par de años conseguía resultados idénticos en el puesto, en el que hoy no había tenido suerte y sólo había conseguido ver los dos cochinos que habían pasado entre ambos.

Ya en la casa disfrutaba de un agradable guiso con una sensación mezcla de euforia y apuro, pues los resultados de la montería no eran los que se pensaban habiéndose cobrado nueve cochinos a destacar un magnífico macareno que cogieron los perros, y que por suerte a pesar de las navajas que portaba no montó ningún desaguisado entre los perros que le sujetaron.


Como decía al principio del post y hablando de lotería, a alguien le tiene que tocar...y me tocó a mí. Un día memorable, que por muchos días que pase en el campo seguramente no repita, rodeado además de amigos y en un ambiente que dificilmente se pueda mejorar...

¡Muchas gracias Fer!
           A.U.L.C.