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martes, 15 de abril de 2014

Más vale malo conocido!

La cosa prometía. Después del logro conseguido la temporada anterior cuando pude cobrar un corzo con el arco, este año las expectativas e ilusiones no podían ser sino aún mayores que el anterior. Así desde unos meses antes de la apertura me fui preparando algunos apostaderos intentando elegir aquellos que por la querencia en los pasos de los animales o en la salida a las siembras intuyese que podría tener algún lance con algún seis puntas.

La mañana del desvede, aproveché para recechar entre el monte. Vuelta a encontrarme, a desoxidarme andando a cámara lenta con el arco en la mano y los prismáticos en la otra. Qué buena sensación la de poder "colarse" en un ambiente natural, y poder sorprender a varios animales en su quehacer matutino. Tuve varios encuentros, con corzos, alguno de ellos muy bonitos, con un navajero con el que me crucé de vuelta al encame y con el que intercambiamos miradas a menos de 15 pasos. La mañana la culminé con un rato subido a una de las sillas, mientras esperaba que Juan, que se había ido a recechar por otra parte del coto, me recogiera con el coche. Pasados unos minutos, la rápida y fugaz silueta de un raposo despertó mi atención. Se me había "metido" encima y ahora se distraía oliendo alguna de las piñas que había en el suelo. Rápido abrí el arco y le solté la primera flecha de la temporada. Al tiro empezó a correr en círculos como mordiéndose el rabo. Pude ver que le tiro para mi sorpresa se había ido alto impactando en la grupa, casi en el nacimiento de la cola. El animal se internó en lo espeso y allí me pareció que se quedó. Cuando Juan llegó, no tardamos en encontrar el zorro, que efectivamente tenía el tiro muy mal colocado pero que había sido tremendamente efectivo, pues no habría recorrido ni una veintena de metros.

La primera espera de tarde, se la dediqué a otro de los apostaderos que tenía preparados, pero entre la hora a la que me puse, y la infinitud de gente que a esas horas paseaba por el coto aprovechando la agradable tarde de domingo hizo que me volviera sin haber visto ningún corzo. Juan, me comentó que había tenido delante al "Pinzas" y que había estado dudando si tirarle o no, y que al final cuando se le tapó en el monte, se le "quitaron" las tentaciones.
Un par de tardes después, repetíamos Juan, otro buen amigo (Luis) y yo a intentarlo con los corzos. Nos repartimos entre los posibles sitios para ponernos y yo le pedí a Juan que si no le importaba que yo le hiciera una intentona al "Pinzas" con el arco, ya que de verlo, yo ni me lo iba a pensar! Juan, con la amabilidad que le caracteriza, no solo accedió encantado a la proposición, sino que me dio la información de la hora y el sitio por donde lo había visto el un par de tardes antes.

Pasada media hora, Luis me escribe para decirme que está viendo un bonito corzo a unos 100m (Luis es otro "chalado" de los del arco) y que estaba cruzando los dedos para que decidiera acercarse a su apostadero.

A la hora que me había indicado Juan, eché una visual a la siembra y ahí estaba. No se por donde había salido, pero el caso es que unos 90m nos separaban y cada vez eran más. Casi sin luz, me vi rodeado de corzos, hasta seis, pero entre estos sólo dos machetes jóvenes aún con correas.

A la siguiente tarde, volví a intentarlo. Una vez más la duda llegando al coto de donde ponerme. Si en el corzo grande que había visto Luis, o donde se había puesto Juan (que por cierto tiró uno sin suerte) o repetir con el "Pinzas" que parecía que tenía la querencia fija y careaba todas las tardes por el ribazo de una siembra. Más vale malo conocido... y al Pinzas que me fui.

La tarde amenazaba tormenta, y de llover, tenía claro que  me dedicaría a recechar entre el monte, pero por el momento aguantaba el cielo color plomizo. Decidí no subirme a la silla, apostando por recibirle a porta gayola en el paso que tenía de salida a la siembra. Limpiando ramitas y hojas, despejé una pequeña superficie de suelo donde le esperaría de rodillas (a falta de banquillo) para tirarle según saliese a la siembra, reduciendo el posible ruido al mínimo. Cuando me pareció que aquello estaba suficientemente "cómodo" miré el reloj: 19:35h aun quedaba casi una hora para que saliese el citado (si es que era puntual).
Estaba tomando referencias con el medidor a los distintos pinos y piedras cuando me pareció intuir un ligerísimo ruido en el monte, levanté la cabeza por encima del matojo con el que me tapaba y entreví un corzo encaminándose a la siembra.

Comprendí que me iba a "atropellar" si seguía derecho, así que pensando en el error de haberme puesto tan encima del paso me preparé por si le tenía que tirar de pecho a bocajarro. Otra mirada nerviosa por encima del matojo con el disparador enganchado en el loop, y compruebo que sigue a paso firme y que me va a pasar al otro lado de la encineja, a menos de 8m!!! Coloco el cuerpo ladeado, preparado para tirarle según saliese al cereal. Veo sus pezuñas como me pasan al lado mientras me aplasto contra el suelo rezando para que no me vea. Pasa de largo, sigue su camino y va derecho a donde esperaba tirarlo, me preparo repiro y abro el arco. En ese momento se para, no podía verle porque me tapaba la carrasca que utilizaba de parapeto, unos segundos de tensa espera y de nuevo se pone en marcha. Lo veo salir y a través del visor le identifico, el Pinzas!! Según le tenía apuntado solté la flecha.

Flock!!
El corzo sale corriendo y descubro con sorpresa y cabreo el tiro trasero que lleva sobresaliéndole un palmo de flecha por cada costado. Qué desastre! Si le he tirado a 18m!! ¿Cómo me he podido dejar el tiro tan trasero? Todo esto se me pasa por la cabeza mientras escucho como se interna en el monte ladrando.

Qué sensación tan extraña, que rabia contenida, qué impotencia!! Había jugado el lance perfecto, había salido la estrategia mejor que lo pensado...y voy yo y lo tiro andando!!!

Llamada a Juan que está en la oficina trabajando para contarle, y en cierto modo para desahogarme...decido dejarlo que se enfríe.Compruebo que en el tiro hay bastante sangre (con hierba) y que el rastro por lo que se ve no va a resultar complicado de seguir, aunque justo entonces empezaba a llover...
Me marcho sin hacer ni el menor ruido y le dejo tranquilo para buscarlo a la mañana siguiente.

El resto de la tarde recechando, y a la mañana siguiente no podía dejar de repetir una y otra vez el tiro en mi cabeza. Conseguí ponerme a unos 50m de unas corzas que comían en un perdido y pensaba...no soy capaz de recortar ni un metro más...si fuese macho estaría "obligado" a intentarlo desde aquí...y sin embargo ayer tuve al Pinzas a 18m y no aproveché bien la oportunidad!

Con Jose y Javi empezamos el pisteo sobre las 9 de la mañana. Al principio, la sangre, que había perdido el color rojo intenso por un marrón negruzco, se seguía sin mucha dificultad, incluso dentro del monte, se adivinaba bien el rastro que dejaba en las cañas secas de la avena loca del año anterior. Pero a partir de los 60m la sangre desaparecía por completo. Empezamos a hacer círculos y más círculos. Retomábamos la sangre una y otra vez, pero ni rastro de sangre, ni de flecha ni del Pinzas...

Ese día tenía que viajar al sur así que a las 11:30 de la mañana dimos por concluido el rastreo. De vuelta en el coche de camino a Madrid, una y otra vez el lance. Lo peor es que estaba seguro de que el animal al tumbarse se iba a quedar allí, pero a saber donde habría querido hacer su última cama.

13:45h. Recibo una llamada de un amigo que ha ido a dar una vuelta con unos perros a ver si encuentra algo. Me dice que ha encontrado la flecha, pero que del corzo nada de nada.

13:55h. De nuevo este amigo que me llama diciéndome que lo acaba de encontrar!!! Subidón total!!! no me lo puedo creer. Que alegría! Le pido que me diga donde estaba y me explica que el corzo desde la última sangre que teníamos marcada hizo un giro de casi 180º volviéndose hacia donde lo tiré. En total no habría recorrido ni 70m desde el tiro. No me explico cómo no lo he encontrado yo por la mañana si he pisoteado cada palmo de monte que había, y sin embargo me lo había dejado atrás...Sigo sin creérmelo, que subidón, la pena es que no voy a tener la foto de recuerdo, pero le pido que me haga unas cuantas, ni si quiera se qué tal es el corzo en realidad.

Después de ver las fotos del Pinzas, confirmamos que se trata de u corzo "raro" al que habiéndole estimado como un corzo viejo, parece que puede no ser así. Estoy pendiente de tener la mandíbula en la mano para confirmar sospechas. En cualquier caso un corzo precioso con el que no puedo estar más feliz!! Por el lance, por el cobro, por el arma, por el trofeo...no se me ocurre mejor manera de empezar la temporada. Eso sí, a partir de ahora a practicar aún más con el arco porque vaya dos tiros "malos" aunque con final feliz.


Hasta la próxima!
A.U.L.C.


lunes, 27 de enero de 2014

Cuando las cosas salen bien.

Las cosas a veces salen bien. Hace un par de semanas, Juan y yo nos escapamos a echar la mañana al campo. Las primeras horas las empleamos en intentar cobrar alguna corza, gestión fundamental para el buen estado de la población del coto, con diferente suerte. Juan cobró una, cumpliendo la misión de volver con carne para llenar el congelador.Yo no había visto nada en toda la mañana, y prácticamente llegando al coche (pasadas las 10h) vi asomar al borde de una siembra un corzo. Macho. ¿será posible? un día que vengo buscando hembras y me encuentro con un macho!! Al poco asoman una, dos, tres...y hasta seis hembras que le acompañaban formando el grupo familiar. Estaban careando hacia mí, pero sin ninguna prisa, así que le pedí a Juan que se encontraba en el coche esperándome que las rodease para ver si aceleraban la marcha y me pasaban por delante, pero la jugada no cuajó, y se escurrieron hacia otra parte.


Volvimos al pueblo a desayunar y a coger provisiones y vuelta al monte a currar. La idea era preparar un puesto en un pino donde los cochinos suelen tener cierta querencia, aunque en la montería se escurren sin opción a hacernos con ninguno. La labor más importante en estos casos, y más cuando se caza con arco es elegir bien el árbol. Parece una tontería, pero esta decisión condiciona un millón de cosas más, que una vez montado (aunque se puede cambiar) supone un trabajazo desmontar para cambiar de lugar. Por fin y no sin argumentar qué cosas  nos gustaban más a uno y a otro de "nuestros pinos elegidos" nos ponemos de acuerdo en uno que parece que a los dos nos convence. Y empieza la labor de preparación del puesto.

Mientras yo andaba subido al árbol Juan se encargaba de aviar la corza y así los dos estábamos entretenidos. Cuando nos quisimos dar cuenta eran ya más de las 3 de la tarde y aún faltaban algunos retoques para dejarlo todo preparado. Por fin a las 4 dimos por terminada la "peoná" y nos sentamos a comer un buen bocata que nos supo a gloria. Volvimos a Madrid con la esperanza y la ilusión de que el puesto pudiese funcionar.

Pasadas dos semanas (el pasado sábado), me dispuse a "probar" el puesto a ver que se cocinaba por allí. El viento estaba de oeste y aunque intuía que no era el mejor, no se me había ocurrido tomar la orientación la vez que lo preparamos, y con tanto pino no es fácil orientarse con precisión, así que aunque sabía que no era el viento ideal me aventuré a probar, ya que el calendario de uno tampoco da para mucho más.

Javi, que acababa de recoger su nuevo arco esa mañana se apuntó a la expedición con la intención de probar suerte con las corzas.

Llegamos y entre preparativos y demás estaba subido en la silla a las 17:40. Según me subí lo primero que comprobé era que habían entrado, ya que el suelo estaba bastante tocado. También que el puesto estaba bastante alto (unos 6m) y que el viento venía medio cruzado, si me venían por la derecha mal asunto. Empezó a anochecer y un movimiento en el claro de enfrente me alertó. Comprobé que se trataba de un mirlo que salió de unas jaras. De repente chillando se lanzó de cabeza a las matas! Una sombra rapidísima casi a ras de suelo rozó las jaras tras el mirlo haciendo ruido al golpear las alas de este con las ramas ¡¡Impresionante!! Debía de ser un azor?? Por la velocidad no lo pude ver bien, pero desde luego era del tamaño de una torcaz y de color grisáceo...(tengo que buscarlo en la guía de aves!)
Vaya lance! En mi vida había tenido la suerte de ver en directo el ataque de una rapaz, ya solo por esto había merecido la pena la excursión!

Al poco escuché el característico ruido de un cochino hozando a mi izquierda. El corazón se me disparó. Ya estaba aquí. Estaba a punto de descubrir quien era el invitado que venía al la fiesta. No se lo que pasó pero aunque le sentía muy muy cerca cesó el ruido.


Un ruido esta vez por el frente me devolvía la tensión y de nuevo mi corazón se disparaba cuando esta vez le escuchaba hasta respirar. Por fin le vi. Me entró por derecho, por donde había estado bicheando el mirlo, pero no era uno solo. Venían varios. La luz ya se había ido pero se identificaban perfectamente a los animales que poco a poco se me iban metiendo encima. Uno de ellos se adelantó y empezó a comer, al poco otro y luego los demás. Eran tres o cuatro, todos de tamaño similar (les calculo que unos 50kg) y al poco apareció uno algo mayor que echó a los demás del comedero.
Creo que llevaba unos minutos sin pestañear, pues el puesto está a escasos 12m y hasta pienso que los latidos del corazón me iban a delatar de los golpetazos que me pegaba en el pecho. Intento serenarme, me recreo y disfruto, pero tampoco me quiero dormir. Enciendo el pin del visor y me preparo para abrir. Cuando por fin abro el arco con el mayor cuidado posible los cochinos dejan de masticar. Aguanto unos segundos y vuelven a comer. Por fin veo el de mayor tamaño que lo tengo en la posición ideal: atravesado ligeramente de culo. Consigo verlo a través del visor y cuando lo quiero pensar el FOC al impactar de lleno en el sitio me saca del ensimismamiento en el que estaba. Los guarros corren para todos lados. Al que he tirado lo escucho tropezarse a pocos metros tronchando ramas y montando una escandalera, lo que me indica que la flecha ha hecho bien su trabajo. Coloco una nueva flecha y espero. Me aparece ahora otro de los cochinos que desorientado no sabe muy bien qué hacer ofreciéndome otra posibilidad de lance que decido no jugar.
Vaya sensación...creo que es indescriptible!!! Ha salido bien!! estoy seguro que yace muerto a unos metros pero me aguanto en la posición estática unos minutos que disfruto con deleite intentando hacer memoria de todo para que nunca se me olvide...

Miro el reloj, ha debido pasar al menos media hora desde el tiro, son las 19:25, y de repente escucho de nuevo otro sonido sospechoso. ¿Será que se ha levantado, será otro cochino? Estoy intentando afinar el oído cuando un bulto negro aparece en el clarito de pasto que tengo delante a unos 30m. Se queda estático, no tengo ninguna duda que se trata de un cochino, aunque si en estas latitudes hubiera osos, lo hubiera dudado. Madre mía que animal!! Seguía quieto, plantado allí en medio como una estatua, y yo igual con el corazón de nuevo a mil, pero igual. Sin hacer ni medio ruido (como si llevase zapatillas de dormir) se me acercaba cansino, como si le costase andar por tener que cargar con semejante corpachón. Otra vez se paró, pero esta vez a unos 16m de frente en la veredita que llegaba hasta mi pino. El tiempo se relentizaba... por fin entró en plaza y se puso a comer. Intenté repetir la jugada, serenarme, dejarle comer, pero de repente algo le escamó y se movió unos metros, se quedó estático unos minutos le podía ver pero no quería ni pestañear con la esperanza de que volviera a comer, pero pasado unos minutos, terminó de masticar lo que le quedaba en la boca y desapareció como un fantasma de nuevo sin hacer ningún ruido.  Qué cerca lo he tenido!!!! Habré hecho mal?? Le tendría que haber tirado según entró a comer...inexperiencia mía que se mejorará a base de horas "de culo" en lo alto de la silla. No me preocupa, ahí ha quedado para la próxima!

Javi me recoge pasado un buen rato, le cuento con detalles lo que ha pasado mientras recuperamos la flecha que ha quedado clavada en el suelo llena de sangre (igual eso es de lo que receló el gigante) intentamos buscar sangre para coger el rastro sin éxito. Una vuelta otra, y no aparece ni una gota que nos marque el camino. Así que me oriento por donde escuché el desplome y empezamos a buscar a ojo con las linternas. Por fin, y con la duda de si me iba a tener que madrugar al día siguiente, lo localizamos.
Se trataba de una hembra tremenda con más de 80kg. Qué preciosidad de animal!! Estaba eufórico. Me acordé especialmente de Juan a quien llamé para contarle con pelos y señales!!

Nos hicimos unas cuantas fotos para el recuerdo y nos pusimos a aviarla de la mejor manera que pudimos. El viaje de vuelta, fue todo llamadas y mensajes para hacer partícipe a algunos locos más del arco del momento de felicidad en el que estaba, y es que a veces con trabajo y dedicación las cosas salen bien!!!

A.U.L.C.