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jueves, 20 de junio de 2013

"El corzo nocturno" (por Fernando Llanza)

Lo primero que tengo que escribir para poneros en situación es que en esta historia no habrá ningún “PUM” que haga eco a kilómetros de distancia, y que tanta ilusión produce en las monterías cuando lo escuchas en los puestos colindantes. En esta ocasión solo se escuchara un “PLOF” sonido que produce la flecha al impactar contra un animal, al que se oye masticar, respirar y casi hasta latir su corazón por la proximidad a la que se encuentra el que le quiere arrebatar la vida.
Llevo dos años y pico paseando el arco por el campo, y casi siempre he cazado en espera con él, porque recechar con arco me parece que solo está al alcance de unos pocos, entre los que no me encuentro por ahora. En estos dos años he conseguido cobrar algunos guarros, corzas y una gama, pero teniendo una finca en Guadalajara con bastante densidad corcera no conseguía hacerme con ningún corzo que de verdad valiera la pena. He tenido corzos jóvenes comiendo muy cerca, y el único grande lo tire el año pasado, pero tras rozarlo en una pata no conseguí cobrarlo. Por lo que cazar un corzo esta temporada 2013 era el gran desafío.
Pues bien el fin de semana del 15 de junio del 2013 puedo decir que los planetas se alinearon y que el milagro sucedió, de la forma que a continuación os escribo:

El viernes 14 invite a dos amigos a casa a realizar esperas con arco, Garnica al que le debo mucho, ya que fue él quien me hizo picarme en este mundillo y Arturo, otro gran cazador con arco, si no ahora, en breves ya que afición no le falta. Los deje en sus respectivos puestos y yo me puse a un corzo grande (calculo que plata) que tengo visto.
Pues bien este día no fue el importante, más bien fue la antesala, porque en mi espera me entro el corzo en cuestión, al que tengo muy visto en las trail cams o cámaras de vigilancia, a la última luz de la tarde. Casi hace que se me salga el corazón por la boca literalmente hablando. Cuando iba a soltar la flecha el corzo rehusó y se puso a trotar dándome el culo, lo que me impidió la suelta y me hizo enfadarme conmigo mismo por haber abierto precipitadamente el arco.
¡Torpe! Lo cuento porque me dio la experiencia suficiente para que al día siguiente, no cometiera el mismo error.
(foto del corzo del día anterior)
El sábado llegó otro gran amigo, Rodrigo, gran aficionado a las monterías y a los grandes verracos abulenses. Después de dejarlo en su puesto, decidí ponerme en una bola de sal donde las cámaras llevaban 3 años seguidos cogiendo un corzo...
¿Tres años seguidos? Sí tres años seguidos. La explicación es que este corzo era casi por completo un corzo nocturno, y solo una vez lo he conseguido captar de día con las cámaras de vigilancia, lo que le había proporcionado una calma que otros corzos con costumbres más diurnas no suelen tener.
(fotos del seguimiento del "corzo nocturno". Se aprecia que este año ya iba a menos) 

En toda la tarde no me entro nada de nada, y habíamos hablado de quitarnos en cuanto no se pudiera ver con la luz natural, esperando que a última hora en el puesto de Rodrigo algún marrano apareciera al maíz, o que diese la cara “mi corzo nocturno” dispuesto a intentar chupar algo de sal de ese palo que podía llegar a ser su perdición.

(bola de sal desde debajo de la encina a la que me subo)

A las 10:15 recibo un whats app de mi vecino de finca preguntándome si podía venir a cenar. Acto seguido escribí a Rodrigo para avisarle que nos tendríamos que quitar un cuarto de hora antes para no cenar demasiado tarde y le compensara así venir.
A las 10:25 con la luz únicamente del resplandor Vignau, mi vecino y compañero de correduras por la alcarria, me dice que está entrando por el carril de la finca, así que cojo los prismáticos para hacer el último barrido antes de quitarme del puesto. Cuál es mi sorpresa cuando una sombra aparece en medio del bálago.
Los gestos del corzo me resultaban familiares, más aún su cuerna casi negra. Aunque nunca lo había conseguido ver, gracias a las cámaras era como ver a un amigo íntimo. Lo reconocí al instante al mirar por los prismáticos y seguidamente los deje caer en mi pecho con los característicos síntomas de nerviosismo. ¿¡Ahora que hago!? Escribo otra vez a Vignau para que apague el coche y me espere unos minutos más (ya no sé si iba a ser demasiado oscuro), cosa que este acata sin rechistar, aunque no sé si en persona a lo mejor algún suspiro habría sacado.
Cuando vuelvo a mirar por los prismáticos a esos 70 metros veo que el corzo se ha movido. ¡Maldito chat! Hay que estar loco para ponerse a chatear con alguien con el corzo tan cerca…pero de detrás de un pino de la repoblación (a 30 metros del puesto donde me encontraba) vuelvo a ver la sombra del “nocturno”. La luz escaseaba pero era suficiente para verlo con los prismáticos y para realizar un tiro cercano. Sabiendo lo que me había pasado el día anterior intento serenarme e ilógicamente lo consigo.
¡Ya está aquí!, se acerca a la bola de sal que está situada a 24 metros de la encina en la que me encuentro. Dejo que se confié un minuto, no me iba a pasar lo mismo que con el grande del día anterior. Abro las 66 libras del arco con una facilidad que ni Sansón derribando pilares! Cuando lo tengo metido en el visor el corzo está lamiendo el palo, por lo que se encuentra tranquilo y bien colocado, le pongo el pin encima de la caja y suelto…. ¡Perfecto!
¡PLOFF!...me parece que se me ha ido un poco trasero, pero la sensación es buena!
Escribo a mis amigos contándoles lo ocurrido, bajo del árbol y al ver que la flecha no tiene toda la sangre que debería tener y que huele un poco a tripa decido que hasta que pasen unas horas no vamos a venir con el perro. El flechazo no era tan bueno como me había parecido.
Cenamos los tres que estábamos en casa acompañados de algún “zumo vitaminado”, riendo y haciendo bromas de todo lo ocurrido. Rodrigo, que siempre me critica por cazar con arco ya empieza a poner en duda tanto a mi perro como el cobro del animal. Así que pasadas tres horas eternas y después de la cena no aguantamos más, cojo a mi Jack russell, (mi ojito derecho) y al lio.
Nos bajamos del viejo Toyota que lleva más tiempo casi que yo en casa, le pongo la traílla al perro y nos lleva sin perder el rastro ni un segundo a lo que seguro es el corzo. Se nota en su actitud que está cerca y cuando menos lo esperamos, ahí está!! Tumbado a escasos 50 metros de donde lo he tirado, pero para nuestro asombro tiene la cabeza alta. Me echo para atrás sacando el cuchillo, no dejo que el perro lo muerda porque sé que a la mínima se levanta. Cuando estoy a menos de un metro creyendo que voy a poder meter el acero en su costado pega un brinco y sale corriendo de aquella manera. Lo persigo con el perro atado creyendo que puedo cogerlo, pero se mete en un inmenso jaral, no suelto al perro porque además de pequeño solo muerde a muerto (lo he comprobado con los guarros).
Mi cara a la vuelta es un poema…regreso con la cabeza gacha los 20 metros que he corrido detrás del animal haciendo el tonto. Mis amigos tienen unas caras parecidas a la mía. Mezcla de asombro y rabia por no haber esperado más tiempo a lo que sabíamos por las señales de la flecha, que no era un tiro limpio. Les pido que no digan nada, que mañana volveremos y que prefiero ni pensar en lo ocurrido, además no hay cosa que me guste menos que no poder terminar con la vida del animal con el menor sufrimiento. Poco se puede hacer hasta mañana con la luz del día…qué sentimientos más malos...
Como era de esperar no duermo ni diez minutos. Estoy en funcionamiento antes que el sol que a las 6:30, hace su aparición y despierto a mi querido padre, que se conoce cada mata de esta finca y le cuento lo ocurrido la noche anterior. Me dice que me acompaña, entre pestañeos de alguien que acaba de abrir los ojos. Rodrigo también viene, no así Vignau que se fue a su finca a las cuatro de la mañana después del bajón que nos produjo ver al corzo desaparecer en el monte.
Decidimos poner a Rodrigo con rifle en un camino que hay al otro lado del jaral por si el corzo siguiese con las mismas fuerzas que el día anterior. En estos casos cualquier precaución es poca. Vuelvo a sacar al jack russell del coche, y al contrario que la noche anterior iba frío como el hielo. Tengo confianza plena en él (se la ha ganado en estos dos últimos años), por lo que me empiezo a asustar. Nos vamos adentrando en el jaral y siempre el mismo sentimiento, hasta que no te metes no sabes lo grande que puede parecer el monte cuando vas buscando algo.
Buff… muchos pensamientos recorren mi mente, pero lo peor es el escalofrió de la gran posibilidad de no encontrar el animal por la tontería de no dejarlo enfriar como se merecía la ocasión y el flechazo trasero.

De repente mi fiel compañero cambia la expresión, sube el hocico como tantas otras veces cuando me ha cobrado los guarros y sale corriendo, pues lo acababa de soltar ya que entre tanta jara la traílla se engancha constantemente. Salgo corriendo detrás suyo y gritando a mi padre un “¡Ya lo lleva!”. Lo que veo es que a los 100 metros el perro se detiene y empieza a morder.
¡Lo ha vuelto a hacer! ¡Sin él no lo cobro! Que ilusión, mi padre llega contándome la escena porque al final él casi estaba más cerca que yo, le clavo el cuchillo porque se notaba que el corzo aunque no se movía estaba con un último aliento en el cuerpo. Ahora sí, perdón por la noche que te he hecho pasar, y gracias por la inmensa alegría que me has causado!!

Sin mi Padre y el perro no cobro el corzo (eso está claro), así que como podéis imaginar es tan suyo como mío. De este lance he aprendido varias cosas, pero una que seguro no se me olvida!!…hay que dejar enfriar los bichos por muchas ganas de cobrarlos que tengas, sobre todo cuando hay dudas si está bien colocado o no el tiro, aunque siempre es más fácil decirlo que hacerlo!
La sensación es la de haber conseguido un sueño. El corzo no tiene un gran trofeo, pero el color oscuro de la cuerna es precioso. Aunque no sea el más grande, lo compensa con lo viejo que es y los rosetones que tiene, lo que aporta un extra a su captura ya que seguro que ha dejado descendencia en el coto!

Gracias a los que compartís esta maravillosa afición conmigo. Os voy a contar muchas veces este lance, por adelantado os digo que me perdonéis!!

Hay lances, que como cazador, merecen ser contados más de una vez…y este, sin duda, es uno de ellos!!

F.LL.

Retomando las buenas costumbres

Si bien soy un tío despistado para algunas cosas, no para las cosas que me divierten, o eso al menos siempre dice mi madre! Así que el que lleve casi 5 meses sin escribir en el blog no ha sido por despiste, ni por olvidarme, lo cierto es que he estado muy liado.

Además es que tengo en el tintero muchas cosas pendientes de colgar (algunas levan escritas casi un año) referente a "taxidermia", y recetas y alguna crónica también cómo no!

Solo adelantaros que este año el rifle lo lleva en la funda desde que se terminó la general, y ahora es el arco el que me acompaña todas las salidas tras los corzos y también en los aguardos. Y aunque en esta temporada veo dificil gastar los precintos de corzo que tengo...es sin duda alguna la que mejor me lo estoy pasando!!

Llevo 11 salidas tras los corzos en las que se he tirado en una de cada dos aproximadamente...y en las demás no he querido tirar!! una verdadera pasada. Así que aunque me ponga al día y antes o después espero poder contaros como consegu2í cobrar tal corzo, lo que ya os adelanto es que otro arquero envenenado, Fernando Llanza, se me "ha adelantado" y está preparando una crónica de su captura que subiremos en los próximos días.



Hasta entonces!
A.U.L.C.